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Female Forward
La innovación debe ser incluyente

Las mujeres están conquistando terrenos en diversos ámbitos sociales, pero las carreras STEM y el emprendimiento tecnológico siguen siendo terrenos poco explorados.
mujeres stem
© aukidphumsirichat via Canva

De acuerdo con la Radiografía del Emprendimiento Femenino 2023 de la ASEM, solo el 1.6% de las empresas fundadas por mujeres se ubican en el sector tecnológico, tres veces menos que las lideradas por hombres. A nivel global, la participación femenina en roles de liderazgo empresarial es escasa, y la paridad está lejos de alcanzarse.

La importancia de la paridad va más allá de la corrección política; implica reconocer que la participación de mujeres y grupos minoritarios en la ciencia y el emprendimiento tecnológico aporta perspectivas únicas, muchas veces ignoradas por los hombres al no tener las mismas vivencias, experiencias o necesidades propias de su género. Por ejemplo, en campos como la medicina, la falta de enfoque en la salud femenina ha dejado síntomas y necesidades invisibilizadas.

En el ámbito económico, las mujeres enfrentan el riesgo de quedar excluidas en un futuro cada vez más tecnológico. A pesar del aumento del 190% en trabajadores con habilidades tecnológicas entre 2015 y 2017, sólo el 22% de los profesionales en inteligencia artificial eran mujeres en 2018 a nivel mundial.

En países como Argentina, Alemania y México, las condiciones laborales y la falta de acceso a roles clave presentan obstáculos significativos: más allá de los porcentajes dispares en estudiantes hombres y mujeres en carreras STEM, también son factores socioculturales los principales obstáculos. Las expectativas de su rol en la sociedad como cuidadoras o como madres, reducen su posibilidad de formar parte del sector económico tecnológico de manera activa. Tienen más dificultad en conseguir inversión y siguen enfrentándose a la falta de tiempo como un factor determinante al momento de fracasar en sus emprendimientos.

Aunque América Latina (junto con Asia central) ha alcanzado la partidad en el mundo de la ciencia y está por encima del promedio mundial, estas mujeres enfrentan una realidad desafiante: son las peor pagadas y las menos propensas a emprender en el sector. El inconveniente no radica en la falta de interés de las mujeres por la ciencia, sino en las barreras estructurales, sociales y culturales que obstaculizan su avance. Estas limitaciones se traducen en salarios más bajos, menos oportunidades para ascender a puestos directivos y mayores dificultades para iniciar sus propias empresas, ya que reciben una inversión inferior en comparación con sus colegas masculinos. Ante esta situación, los esfuerzos para alcanzar la paridad son responsabilidad de todos los sectores: privado, público y sociedad civil. No basta con tener programas de inclusión en las universidades, sino que exista un verdadero compromiso que impulse activamente el crecimiento de las mujeres.

Es fundamental derribar las barreras estructurales y culturales que limitan la participación femenina en STEM y el emprendimiento tecnológico. Más allá de corregir la disparidad salarial y proporcionar igualdad de oportunidades, es crucial implementar políticas públicas diseñadas para crear un ambiente inclusivo que brinde un respaldo específico a las mujeres que aspiran a ingresar a estos sectores. Solo así podremos aprovechar plenamente el potencial innovador y diverso que las mujeres pueden aportar al mundo tecnológico y científico del futuro.