DE

ESPAÑA
Más espectáculo que opción real de poder: el fracaso en las elecciones a la Presidencia del Gobierno español de Alberto Núñez Feijóo (PP)

Feijóo

Der konservative Wahlsieger Feijóo ist beim ersten Versuch gescheitert, eine Regierung zu bilden.

© picture alliance / EPA | Juan Carlos Hidalgo

La semana pasada, Alberto Núñez Feijóo, presidente del conservador Partido Popular ("PP"), fracasó en las elecciones para convertirse en el nuevo presidente del Gobierno español y, por tanto, no podrá sustituir al actual presidente en funciones Pedro Sánchez, del Partido Socialista Obrero Español ("PSOE"). Feijóo había sido designado candidato por el Rey Felipe VI a finales de agosto, ya que el PP había obtenido el mayor número de escaños en las elecciones generales españolas del 23 de julio de 2023 (pero se quedó a las puertas de la mayoría absoluta incluso junto con los votos del partido populista de derechas VOX).

¿Cómo fue la votación en el Congreso?

En la primera de las dos votaciones del 27 de septiembre, Feijóo habría necesitado una mayoría absoluta de 176 de los 350 votos; en la segunda jornada de votación (29 de septiembre), habría bastado con una mayoría simple. El propio Feijóo estaba convencido de que el éxito de las elecciones era improbable y, como era de esperar, fracasó en ambos intentos. El primer día sólo obtuvo 172 votos y 178 en contra, mientras que el viernes volvieron a votarle 172, pero esta vez con 177 en contra y un voto nulo. En ambos casos, el PP, VOX y los dos micro partidos Coalición Canaria y UPN votaron a favor de Feijóo, mientras que el PSOE, el socio de coalición populista de izquierdas de Sánchez, "Sumar", y los partidos nacionalistas regionales BNG, PNV, Bildu, ERC y "Junts per Catalunya" votaron en contra de Feijóo.

El debate en el Congreso no fue un gran momento para el Parlamento: fue duro, irreconciliable y en parte sorprendente. Como Feijóo sabía en principio que no lograría la mayoría, sus discursos fueron más bien un ajuste de cuentas con el gobierno provisional de izquierdas. Sus propuestas de fondo fueron sorprendentemente socialdemócratas, como el aumento del salario mínimo. Como Sánchez no respondió directamente, sino que sorprendentemente pidió la palabra al ex alcalde de la ciudad de Valladolid, Oscar Puente, los diputados del PP gritaron "cobarde, cobarde" ante la intervención de Sánchez y tuvieron que ser llamados al orden por el presidente del parlamento.

¿Por qué es tan complicada la formación de Gobierno tras las elecciones de julio?

La sociedad española y el sistema de partidos están profundamente divididos. A la derecha del centro concurrieron a las elecciones el PP y VOX; en el otro lado, están prácticamente todos los demás partidos, formaciones de izquierda y nacionalistas, estos últimos especialmente de las tradicionalmente insumisas regiones de Cataluña y el País Vasco. Esto hace que el PP se encuentre en una posición estratégicamente muy complicada. Si no se acerca mucho a la mayoría absoluta de 176 escaños y entonces podría contar, por ejemplo, con el apoyo de los nacionalistas vascos moderados y conservadores del PNV, tendrá que depender de los votos del partido populista de derechas VOX. Por un lado, esto excluye el apoyo de casi todos los demás partidos y, por otro, garantiza que muchos votantes centristas prefieran votar a los socialistas ya durante la campaña electoral. Especialmente en lo que se refiere a los derechos de la mujer y del colectivo LGBTI, a los españoles no les sirve la imagen nacional-conservadora, ultracatólica y retrógrada de la familia de VOX y no quieren que se cuestionen sus impresionantes logros sociopolíticos desde el franquismo.

También se considera imposible una gran coalición en España, ya que conservadores y socialistas son demasiado irreconciliables.

¿Hacia dónde vamos?

Ahora se espera que Sánchez sea el siguiente al que el Rey pida que intente conseguir una mayoría en el Congreso antes del 27 de noviembre. El líder del PSOE tiene más posibilidades que Feijóo, pero también se enfrenta a desafíos. Para lograr la mayoría necesitaría, entre otros, los votos del partido "Junts per Catalunya", cuyo presidente es el eurodiputado y prófugo de la justicia española Carles Puigdemont. Junts es un partido extremista de los separatistas catalanes, que (al igual que ERC) exige una amnistía para cientos de separatistas implicados en el intento de secesión de 2017 a cambio de sus votos, entre otras cosas. En aquel momento, el proceso independentista catalán culminó en un referéndum inconstitucional, tras el cual la comunidad autónoma de Cataluña tuvo que quedar brevemente bajo el control del Gobierno central en Madrid. Puigdemont, como ex primer ministro de Cataluña, fue el líder de este proceso y es considerado una figura de odio por los españoles leales a la Constitución. El propio Sánchez dijo durante la campaña electoral que con él no habría tal amnistía, y en su propio partido también se rumorea sobre las concesiones necesarias.

Ante los acontecimientos actuales, resulta aún más evidente que España necesita urgentemente un partido liberal de centro fuerte que pueda gobernar con los dos grandes partidos. El partido liberal Ciudadanos no se presentó a las elecciones de julio para reunir fuerzas de cara a las elecciones europeas de junio del año que viene.

Si Sánchez no consigue ser elegido presidente del Gobierno a finales de noviembre, habrá nuevas elecciones en enero de 2024.