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Migración
Ciudades Interculturales: ¿El futuro de las políticas de integración en México?

Una ciudad intercultural es diversidad, pluralidad y creatividad. En América Latina, únicamente la Ciudad de México es miembro del programa de Ciudades Interculturales. ¿Cuáles son los pasos a futuro?
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© Tetiana Nekrasova via Canva

El programa de ciudades interculturales del Consejo de Europa apoya a las ciudades y regiones para adaptar sus políticas con una visión intercultural, así como desarrollar estrategias interculturales que puedan gestionar la diversidad como una ventaja para la sociedad. Las Ciudades Interculturales son una plataforma que conectan ciudades y líderes a nivel mundial en una comunidad donde las iniciativas y buenas prácticas de una ciudad se analizan para inspirar a otras. En este sentido, las ciudades que forman parte de dicho programa ganan del emprendimiento, de la creatividad y ven a la diversidad como un mecanismo de formulación de políticas que faciliten la interacción intercultural y la inclusión.

¿Qué es una ciudad intercultural?

Una ciudad intercultural es aquella donde existe igualdad al prevenir la discriminación y adaptar marcos institucionales a favor de sociedades plurales. Además, en éstas la diversidad es vista como un recurso valioso tanto por la ciudadanía como por los líderes políticos. Se promueve la interacción positiva entre individuos y grupos a través de la apropiación del espacio público y del diálogo. Una ciudadanía activa y la participación general promueven que nadie quede atrás y que aun aquellas personas que no cuentan con la ciudadanía puedan tener una voz en la conformación de la sociedad.

El programa de ciudades interculturales del Consejo de Europa se implementa en más de 130 ciudades en Europa, Australia, Canadá, Japón, México y Estados Unidos. El programa provee a las ciudades de metodología innovadora que ayuda a las autoridades locales a desarrollas políticas públicas con enfoque intercultural en áreas como el desarrollo económica, la planeación urbana, la educación, salud, etc. Un ejemplo de ello es la estrategia anti-rumores de Barcelona, que se enfoca en la eliminación de las causas de la discriminación al identificar y desmantelar el prejuicio de diversidad y las narrativas que conforman la base de la discriminación y actitudes racistas.

En América Latina, únicamente la Ciudad de México es miembro de este programa. Retomando la definición de una ciudad intercultural en la que existen personas de distintas nacionalidades, origen, idiomas y creencias, es necesario que además los líderes políticos y ciudadanos vean la diversidad como un recurso valiosol. La Ciudad de México ha sido reconocida como ciudad intercultural pues tiene un compromiso por el combate a la discriminación, además de adaptar su gobernanza, instituciones y servicios hacia una población diversa. De acuerdo a lo últimos resultados del Índice de Ciudades Interculturales elaborado por el Consejo de Europa en el 2014, la Ciudad de México fue evaluada número 13 de 59 ciudades con un índice de interculturalidad del 68%, similar a Lodi, Italia y a un punto porcentual de Sabadell, España. Una de las mejores prácticas ha sido la creación del Consejo para Prevenir y Eliminar la Discriminación en la Ciudad de México.

¿Podría un modelo así ser replicable en otras ciudades de Mexico que cada vez reciben población en situación de movilidad?

Este año en la Fundación visitamos Tapachula y Tijuana, dos ciudades fronterizas que fungen como puerta de entrada –y salida– de personas migrantes provenientes de Centro y Sudamérica. Cada ciudad tiene flujos específicos y característicos: debemos recordar que la migración no se vive de una única forma y la situación de las personas en movimiento es compleja.

Nuestros viajes de estudio a estas ciudades pretendían analizar la viabilidad para implementar modelos interculturales en las ciudades fronterizas. Ambas regiones son ya interculturales en práctica, eso debe reconocerse. Sin embargo, se enfrentan al reto que encuentran muchas ciudades fronterizas: muchas personas llegan con la intención de permanecer poco tiempo en estas ciudades para continuar con su trayecto; las personas que deciden quedarse, en muchos casos, es por la complejidad y el riesgo que significa seguir migrando.

Ejemplo de ello es la comunidad ya establecidad de haitianos en Tapachula y Tijuana: los largos procesos de solicitud y otorgamiento de asilo, sumado a los constantes cambios de las políticas migratorias en Estados Unidos, los orillan a quedarse en estas ciudades fronterizas y buscar su integración en México.

Las ciudades fronterizas se caracterizan por sus estrategias a corto plazo destinadas a controlar las emergencias. En este sentido, todavía queda mucho camino por recorrer en cuanto a la construcción de los principios de una ciudad intercultural basada en la igualdad, comprometida con el reconocimiento de la diversidad con marcos regulatorios para la integración. Esto es importante, pues en ambas ciudades puede verse un despliegue de organizaciones internacionales y de sociedad civil que cada vez más cubren aspectos que antes no eran posibles, como el apoyo a detección de VIH y la oferta de información para la población LGBTI+ en movimiento.

La presencia de estas organizaciones es vital, pues son ellas las que realizan atención a población en situación de movilidad. No obstante, es necesario que en ambas ciudades se avance hacia una agenda de integración que vea más allá del corto plazo. En Tijuana hay un mayor avance con actividades culturales, pero falta mucho por hacer en el marco institucional. En el caso de Tapachula, la apropiación del espacio público por la población es lo que hace que haya políticas de atención.

Además de la ciudades fronterizas, México también tiene casos como Monterrey, ciudad que ha visto un aumento en las llegadas de personas migrantes y que debe avanzar rápidamente en una agenda intercultural, comenzando por una gobernanza multinivel para coordinar la toma de decisiones en este aspecto.

Tanto en Monterrey como en la Ciudad de México se requiere de compromiso político para que estas estrategias puedan convertirse en marcos normativos y se implementen políticas interculturales para la gestión urbana. Actualmente, la figura del migrante no se encuentra al margen de la sociedad, por lo que es necesario que las leyes y reformas puedan considerar a las personas en situación de movilidad como individuos con participación política.

Existe un gran camino por recorrer

Consideramos que una de las mejores propuestas hacia la conformación de sociedad abiertas y plurales es apuntar hacia marcos interculturales con un enfoque urbano. Las ciudades interculturales ofrecen una estrategia a mediano y largo plazo hacia la integración social y económica, por lo que tienen la capacidad de ser el futuro de las políticas migratorias en México para impulsar que más ciudades se sumen a este esfuerzo, en donde existe un intercambio de mejores práctica y se forme una red de expertos en el tema.

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