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Educación
Dime quién te educa…

Educación en Venezuela

Estudiantes y maestras del Centro Pedagógico María Montessori, en el Barrio San Blas de Petare. Abril del 2022.

© Fotografía de Cristian Hernández, Un Estado de Derecho.

Redacción a cargo del equipo de Un Estado de Derecho

Lo primero que un estudiante venezolano encuentra al abrir el texto oficial de Historia de la Humanidad es un pensamiento de Eduardo Galeano, autor de Las venas abiertas de América Latina. El libro de Ciencias Sociales para segundo año de bachillerato pertenece a la llamada Colección Bicentenario, suscrita toda, hasta las reediciones más recientes, por el “Comandante Supremo de la Revolución Bolivariana”, Hugo Chávez. Cada tiraje es por centenares de miles de ejemplares de distribución gratuita.

En el capítulo I del texto escolar, Origen y evolución de los seres humanos, se presenta una síntesis de la teoría de Charles Darwin a la que se le superpone una extensa exposición de las aportaciones de Friedrich Engels, coautor de El Manifiesto Comunista, y luego, menos profusas, las del antropólogo estadounidense, abogado, etnólogo, pastor de colectivistas, Lewis Morgan. Al final del tema se listan cinco interrogantes a los alumnos y se les invita a reflexionar y compartir las respuestas. La quinta y última pregunta es: “¿Crees que lo planteado por Morgan podamos lograrlo: Un nivel de civilización más alto, al restablecerse la propiedad colectiva de los recursos fundamentales?”

Para muestra, mejor dos botones.

En el mismo libro reglamentario, con el que estudian decenas de miles de adolescentes, también se leen pasajes como este: “El mundo se debate hoy entre una dolorosa mutación de la naturaleza devastadora del capitalismo que se encamina a la barbarie y tiene su origen en los Estados Unidos, como centro del imperio, o hacia la búsqueda de una nueva civilización basada en la socialización de los recursos de la naturaleza para la satisfacción de las necesidades de todos los seres humanos, en una sociedad de hombres y mujeres libres e iguales”.

Niños en carnavales 2022

Una de las líneas pedagógicas del Ministerio de Educación fue el uso del disfraz de “Super Bigote”. El protagonista del comic producido y televisado en el canal oficial es un héroe que lucha en contra del “imperio americano”.

© Fotografía de Un Estado de Derecho

Objetivo: libertad

En Un Estado de Derecho (UED) creemos en la libertad. Nuestro objetivo es promoverla, hacer de la sociedad venezolana y de todas las hispanoamericanas lugares prósperos y en paz. Por eso nos enfocamos en el derecho humano a la educación.

A veces se olvida, pero lo miramos también a través del cristal del adoctrinamiento. Creemos que solo en un sistema educativo verdaderamente libre de rectorías ideológicas es posible lograr una igualmente genuina inclusión. ¿Cómo puede alcanzarse la comprensión y el respeto a la diversidad en un esquema de enseñanza totalizador? ¿Cabe esperar de éste un compromiso auténtico con los valores de la tolerancia? ¿Y de la libertad?

En Venezuela, la educación es un monopolio estatal. Férreo. Todos los programas, los contenidos, los textos, ya vimos, son dictados o consentidos por un Estado que abarca, en sus casi 30 mil planteles, a más del 80% de la población escolar del país. La educación privada también está sometida a rigurosa supervisión del gobierno. Está a la vista: el sistema de control social aplicado por la revolución bolivariana tiene a las escuelas públicas como una de sus bases principales. A nadie le extraña que los directores de éstas sean militantes del partido socialista. Adán Chávez, hermano del fallecido expresidente, fue ministro de Educación. ¿Extraña que el método de clases sea el mismo que ensayó von Bismarck, al final del siglo XIX en el imperio prusiano, más pensado en formar soldados dispuestos a morir, y a matar, antes que ciudadanos libres?

El libro de Historia de la Humanidad es, por supuesto, continuación del relato que el sistema, obligatorio, empieza a contar a los escolares incluso desde antes de que aprendan a leer.

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© Fotografía de Cristian Hernández, Un Estado de Derecho

Derecho y obligación

Si hay algo bueno en la intervención estatal de la educación en Venezuela es lo mal que se ejerce. En la Constitución, en las leyes, en cantidad de declaraciones, tratados y pactos internacionales, se garantiza el derecho humano a la educación; pero por más que se proclame aquí y allá, el otro gran hecho es que el Estado venezolano no ha podido y nunca podrá asegurar una prestación adecuada de este también denominado derecho social.

Sabemos que la naturaleza de toda burocracia es la ineficiencia. Pensémoslo bien: desde un poder central y planificado es imposible acometer la compleja empresa de educar a millones de niños distintos; de construir, dotar y mantener miles de escuelas; de pagar suficientemente bien a los docentes; de generar un ambiente virtuoso donde cada uno de los centenares de miles de empleados públicos den lo mejor de sí. Es toda una fantasía. Tarde o temprano, de tanta frustración, la mística y la vocación se agotan. También el dinero, más cuando conocemos los verdaderos incentivos de los políticos al mando del gobierno. Al final, los estudiantes no aprenden.

Esta es una realidad que se manifiesta en hechos rotundos y que, a pesar de ellos, transcurre sin ser afrontada, cubierta más bien por el manto de la visión predominante de los derechos humanos: la de quienes a estas alturas, incluso desde el liberalismo, siguen creyendo que, al menos en áreas fundamentales como la educación, el Estado sí podría lograr -esta vez sí- honrar las incontables promesas repetidamente incumplidas. La cuestión es que no lo logra ni siquiera cuando usa esa “obligación” para adoctrinar.

En Venezuela el proceso educativo es casi inexistente. Ya lo era desde antes de marzo 2020 cuando se suspendieron, formalmente, las clases presenciales por causa de la pandemia Covid-19. Para entonces, en plena ferocidad hiperinflacionaria, se sabía de docentes que no acudían a sus planteles porque con sus salarios, que llegaron a equivaler a menos de 5 dólares al mes, ni siquiera podían costearse el pasaje. Se conocía además el estado de la infraestructura educativa: en ruinas y carente de servicios básicos como agua o electricidad.

A mediados de marzo de este año, el presidente Nicolás Maduro ordenó la completa normalización de las actividades y anunció aumentos salariales para los educadores. Ya entrado mayo, el cuadro seguía siendo el mismo: ausentismo docente y planteles en franca peoría. Los propios dirigentes de las centrales magisteriales afectas al gobierno consideraron insuficiente el ajuste de sueldos; sueldos en bolívares que cada día siguen devaluándose.

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Un estudiante petareño, con su mochila escolar distribuida por el Ministerio de Educación, se dirige a clases en un centro alternativo de enseñanza. Abril, 2022.

© Fotografía de Cristian Hernández, Un Estado de Derecho

Tierra fértil

Y en medio de la destrucción, hemos visto surgir una oportunidad única para la siembra de libertad. Crisis significa cambio.

Entre septiembre y diciembre de 2021, fuimos tras los indicios de un fenómeno que parece estar brotando en todo el país. Acometimos un estudio de campo en Petare, el barrio más grande, populoso y violento de Latinoamérica. Investigamos en esa zona emblemáticamente desfavorecida de Caracas. Hallamos que 39% de los escolares acude a servicios de enseñanza pagos, de bajo costo, ofrecidos por educadoras de la comunidad, en sus propias casas, y conocidos como “tareas dirigidas”.

Encontramos que 64% de los niños que asisten a esta modalidad de educación particular, pagando entre uno y cinco dólares a la semana, están inscritos en escuelas públicas, gratuitas. Sus padres están recurriendo a opciones al margen del Estado. Alternativas educativas informales. ¿No es esta una forma emocionante de autoprotección del derecho a la educación?

En Petare, y con no pocas dificultades y hostilidades, levantamos un registro de 62 casas de tareas dirigidas y entrevistamos a cada una (todas son mujeres) de las docentes que las establecieron. Estas emprendedoras nos proporcionaron detalles sobre sus motivaciones, las características del servicio, la sustentabilidad económica, el grado de satisfacción de ellas, de los padres, la valoración de la comunidad y el impacto en el aprendizaje de sus alumnos. Toda esta data está disponible para quienes deseen conocer esta “foto” reciente del derecho humano a la educación en Venezuela.

Vimos, además, que en estos emprendimientos las docentes brindan atención pedagógica individualizada, adecuada a cada alumno, a sus capacidades, intereses y sensiblemente alejada del adoctrinador programa oficial. Se lleva adelante una educación libre, fruto de la competencia. Sabemos de casos, muchos, en los que niños y niñas alrededor de los 10 años de edad aprenden a leer ahí, y empiezan a interesarse por las ciencias y las artes. Los padres, las madres, lo ven. Y son ellos quienes deciden cómo educarán a sus hijos, qué tipo, método de educación, con qué fines, quién.

Dos Alumnas

Dos alumnas del Centro Pedagógico Maria Montessori. Abril de 2022

© Fotografía de Cristian Hernández, Un Estado de Derecho

¿Regarlos o talarlos?

Tenemos indicios de que los centros de tareas dirigidas, que por lo observado van más mucho allá de dirigir tareas, se multiplican a una velocidad significativa por toda Venezuela. Parece ubicuo y escalable, tal como lo ya lo ha documentado desde hace más de dos décadas en otros países pobres del mundo el profesor James Tooley, autor de El bello árbol, libro que inspiró nuestra investigación.

Un segundo estudio de campo en curso, iniciado en enero de este 2022 en Montalbán, municipio rural ubicado a unos 200 kilómetros al oeste de Caracas, también está mostrando el brote de emprendimientos educativos de bajo costo, con las mismas características de los descritos en Petare. En Montalbán, estado Carabobo, con unos 28 mil habitantes en pobreza extrema, hay 25 planteles: 24 estatales y un agonizante liceo privado con una matrícula de apenas 56 alumnos.

Allí, en las montañas carabobeñas, hemos encontrado, porque hemos buscado, casi lo mismo que en Petare: padres llegando a acuerdos privados con maestras del pueblo que también, bajo la denominación de “tareas dirigidas”, han establecido, en sus casas, centros pedagógicos alternativos. A la fecha hemos contabilizado 49, algunos atienden hasta 25 estudiantes. Microescuelas.

Tanto en Petare como en Montalbán, las maestras han indicado que la demanda de los representantes es cada vez mayor. Tooley logró despertar el interés de financistas en las comunidades e internacionales que han invertido en escuelas privadas de bajo costo en África y la India. Como emprendimientos, son sostenibles, así lo hemos visto en Venezuela (53% de las docentes de nuestro estudio reportaron que de esa actividad obtienen su principal ingreso).

Son muchas las necesidades, empezando porque la mayoría de estos centros alternativos ni siquiera dispone de acceso a internet. Ni hablar de mobiliario, útiles escolares y otros recursos tecnológicos. Tooley ha demostrado que este fenómeno es escalable. ¿Cómo no regar estas semillas de educación libre? ¿Y si la cooperación internacional los apoyara en lugar de seguir echando fondos al saco roto de los estructuralmente ineficientes sistemas educativos públicos?

Profesoras Venezuela

Maestras en Petare que convirtieron sus casas en aulas.

© Fotografías de Un Estado de Derecho.

Realismo liberal

Hablamos desde la Venezuela en crisis humanitaria, devastada por más de dos décadas de fracaso socialista, con 77% de su población en pobreza extrema. Por eso vemos con preocupación los empeños de países vecinos en incurrir o persistir en un modelo educativo centralizado y con el Estado como protagonista; modelo mil veces ensayado, y fracasado.

Paralelamente, en UED hemos venido realizando otros estudios interdisciplinarios, comparados y correlacionales del derecho humano a la educación en los países latinoamericanos, según su previsión formal en las constituciones. Hemos encontrado una tendencia clara: una mayor regulación normativa de esta materia está asociada a más potestades y prerrogativas públicas y a un papel mucho menor que se deja a las familias en decidir sobre la educación de sus hijos.

La centralización en la educación se muestra como un factor negativo, relevante, de los muchos que conforman los sistemas complejos que alejan a los países de un síndrome de prosperidad. Cortapisas a la libertad en materia educativa nos distancian de los anhelos de sociedades estables, igualitarias y prósperas.

Así también lo ha mostrado una organización civil europea (Novae Terrae Foundation), que en 2016 hizo público el Índice Global Independiente sobre la Libertad de Educación (incluidos los derechos de los padres). Comparan 136 países de todos los continentes en cuanto a las facilidades para la creación de escuelas privadas, las libertades de las familias en la elección de la educación de sus hijos, la existencia de ayuda gubernamental a estos emprendimientos educativos alternativos y la relación entre el número de alumnos en escuelas públicas y privadas. Se incluyen todos los países latinoamericanos y, salvo Chile y Perú, la mayoría están ubicados por debajo de la media. Cerca y detrás de Venezuela (puesto 66), con sistemas educativos altamente centralizados y estatistas, están: El Salvador, República Dominicana, Colombia, Costa Rica, Paraguay, Honduras, Panamá, Haití y, en penúltimo lugar, Cuba.

En otras palabras, tanto nuestros resultados, como el mencionado indicador internacional sobre libertad educativa, muestran la tendencia clara en la región hacia una concepción del derecho humano a la educación que orbita alrededor del Estado y que dificulta a las personas insertarse en esquemas libres de autoprotección. Del mismo modo, ambas investigaciones comparadas arrojan conclusiones contestes: más libertad y cooperación privada en la satisfacción de los derechos humanos correlacionan de manera estadísticamente significativa con mejores valoraciones en índices globales de democracia, buena gobernanza y desarrollo humano.

Las evidencias están ahí, por todos lados. Nos motiva creer que aportamos insumos para investigaciones de mayor profundidad, que a su vez sirvan de base para empujar una solución sinérgica, realista y urgente al problema, a la tragedia, de la educación pública venezolana; que no dista mucho de la desafortunada situación en otros países de la región.

Planteamos una respuesta que deje de ser la que invariablemente, siempre, declaran los especialistas en desarrollo: centralización y más “inversión” del Estado; o sea, más poder de decisión y, en especial, más dinero para los políticos.

El profesor Tooley, actual vicerrector de la Universidad de Buckingham, Inglaterra, y campeón mundial de la educación privada de bajo costo, ya conoce los primeros hallazgos de Petare y Montalbán. Apoya el esfuerzo de investigación de UED y nos alienta a continuarlo, profundizarlo y extenderlo a países latinoamericanos.

La Fundación Friedrich Naumann Países Andinos se ha comprometido de manera concreta y decidida con nuestro afán de abanderar la libertad educativa en Venezuela. Además de apreciar el valor de los estudios de campo, ha apoyado una serie de actividades clave para la comprensión y difusión de una propuesta liberal para toda la región.

Libertad Educativa

El profesor Antonio Canova,  Director General de Un estado de Derecho (UED) pronuncia las primeras palabras del Curso de Libertad Educativa, El bello árbol Petare, a cursantes e invitados (maestras de tareas dirigidas, directores de escuelas privadas, activistas comunitarios, defensores de derechos humanos, entre otros).

© Fotografía de Mary Elizabeth León, Un Estado de Derecho

Libertad educativa

La aparición de este orden educativo no planificado en los barrios y poblaciones más desfavorecidos de un país en emergencia humanitaria reta la perspectiva tradicional, estatista, de entender la educación. Cuestiona la teoría misma de los derechos humanos. Teoría ya vetusta y fallida que, dando una confianza ciega a los gobernantes, insiste en quitar a los padres la responsabilidad de educar y decidir el futuro de sus hijos: les coarta su libertad de elección educativa.

Mientras los expertos en desarrollo tradicionales ven con malos ojos estas soluciones educativas alternativas, las familias más pobres de Venezuela, así como las docentes emprendedoras, y los niños, se benefician de sus efectos. ¿Algún ejemplo mejor de alineación positiva de incentivos?

Nos interesa seguir estudiando desde diferentes perspectivas, interdisciplinares y empíricas, estas manifestaciones no planificadas, estos órdenes espontáneos, surgidos de abajo hacia arriba, desde las necesidades y creatividades de las personas resolviendo por sí mismas.

Unos ignoran esa realidad, otros incluso la desacreditan. En UED vemos esos centros alternativos, más bien, como poderosas armas de instrucción masiva, que en un marco mínimo de libertad prestan en competencia una enseñanza útil y de calidad, por las que pagan hasta las familias más pobres.

Y, sobre todo, son libres de adoctrinamiento.

Insistimos en esto último desde una nación donde, paradójicamente, el grueso de las organizaciones no gubernamentales defienden el derecho humano a la educación… gubernamental.

Será imposible impulsar soluciones realistas a las necesidades acuciantes de nuestras sociedades sin una perspectiva alternativa a la estatista en torno a la educación. Nunca habrá propiedad, ni mercados, ni prosperidad, tampoco justicia, salud, seguridad.

Si no empezamos por impulsar un cambio total en el enfoque estatista de los derechos humanos, incentivando su satisfacción en libertad, sin coacción estatal, seguiremos dando vueltas alrededor de los mismos errores. Sin resolver el problema de la educación, ¿qué tanto podremos lograr en cultura de libertad?

Dime quién te educa y te diré…