Libre comercio transatlántico
Conferencia “El comercio en la era de la geoeconomía” Washington, D.C., 9 de septiembre de 2025
El sol sale sobre los buques portacontenedores anclados en un puerto de Estados Unidos.
© picture alliance / ZUMAPRESS.com | Paul Christian GordonEn la conferencia “El comercio en la era de la geoeconomía” en Washington, D.C., el 9 de septiembre de 2025, el Prof. Dr. Karl-Heinz Paqué, presidente de la Mesa Directiva de la Fundación Friedrich Naumann para la Libertad, pronunció el discurso inaugural. Advirtió contra el proteccionismo y la politización del comercio, y abogó por acuerdos más ágiles, una mayor competitividad europea y una alianza transatlántica confiable basada en reglas.
“Me complace mucho poder dirigirme a ustedes sobre un tema que siempre ha sido importante para mí: como economista académico, como político y más recientemente como presidente de la Fundación Friedrich Naumann para la Libertad y de Liberal International.
También me alegra que, después de mí, escuchemos una voz canadiense. Gracias David Paterson por acompañarnos. Europa tiene una historia exitosa de comercio con Canadá, y personalmente me siento cercano a ese país desde que estudié economía en la Universidad de British Columbia en Vancouver, a fines de los años 70.
Creo que esta conferencia titulada ‘El comercio en la era de la geoeconomía’ llega en el momento justo. Mi lectura de los hechos es que estamos en una encrucijada de la globalización. No estamos viviendo una desglobalización, sino entrando en una nueva fase de globalización. Llamémosla ‘la nueva globalización’. Esta será probablemente más lenta, pero lo más importante no es la cantidad, sino la calidad de los cambios.
La primera globalización, iniciada en los 80 y 90, fue impulsada por fuerzas de mercado. La movía la búsqueda humana de una vida mejor: en el mundo capitalista tradicional con Estados Unidos y Europa Occidental como motores; en la Europa del Este poscomunista; en China, India y gran parte del Sur Global que abrió sus economías al comercio y la inversión.
Fue una globalización exitosa: sacó a millones de la pobreza, creó una clase media global. Pero también fue disruptiva, con sectores industriales enteros en declive en Occidente y altos costos de ajuste económico y político. Aun así, la principal causa de pérdida de empleos en manufactura fue la automatización y la digitalización, más que la globalización.
Estas disrupciones, reales o percibidas, alimentaron el regreso del proteccionismo. Hoy lo vemos claramente con la agenda del segundo mandato de Donald Trump. Su exrepresentante comercial, Robert Lighthizer, lo resumió en su libro “NO TRADE IS FREE” (2023): bloquear importaciones para reducir el déficit y recuperar la fuerza industrial del “cinturón oxidado”.
Como economista, anticipo que no logrará ni lo uno ni lo otro. El déficit requiere disciplina macroeconómica, y recuperar industrias obsoletas es imposible: la inversión sigue al comercio, no a los aranceles.
El problema es que el mundo no se ha plantado con firmeza frente al bilateralismo agresivo de Trump, que ignora las reglas de la OMC. La UE aceptó cobardemente un arancel estadounidense del 15 % sin obtener nada a cambio, incluso prometiendo inversiones privadas en EE.UU. Esa no es la forma de sostener la globalización.
Europa tiene que hacer su tarea: desregular, fortalecer su mercado interno, y cerrar acuerdos comerciales ágiles con países que compartan valores liberales. CETA con Canadá es un buen ejemplo, y lo mismo el acuerdo UE-Mercosur, aunque ambos tardaron demasiado. Si EE.UU. quiere quedarse fuera por ahora, la globalización seguirá sin ellos.
Esto es parte de la “nueva globalización”. La otra parte es la creciente politización del comercio. China es el mayor reto: bajo Xi Jinping, la economía se volvió un instrumento para el poder político. La Iniciativa de la Ruta de seda genera dependencias que China utiliza con fines políticos. Incluso ha “militarizado” su economía restringiendo exportaciones de tierras raras como represalia estratégica.
Pero no solo los regímenes autoritarios politizan el comercio. La UE aprobó una ley de cadenas de suministro que, aunque bien intencionada, impone estándares unilaterales y politiza el comercio. También EE.UU. actual ha escalado esa tendencia.
Permítanme cerrar con tres puntos sobre la relación transatlántica:
- Estrategia común frente a China. América del Norte y Europa deben cooperar para contener a un China autoritaria. El mercado principal para Alemania vuelve a ser EE.UU., lo cual es positivo, pero los aranceles lo complican.
- Alianza en seguridad. Europa descuidó su defensa. La meta de gastar 5 % del PIB en 2035 es correcta, pero requiere crecimiento económico. América y Europa no juegan un juego de suma cero: o ganan ambos o pierden ambos.
- Reforzar Europa. La UE debe diversificar su comercio y ratificar acuerdos pendientes como CETA y Mercosur. No podemos dejar que intereses agrícolas bloqueen el futuro.
Mi mensaje final: dejemos de politizar y de convertir el comercio en un arma. El comercio debe volver a tender puentes, con reglas confiables y predecibles. Como alemán idealista, digo: revivamos un orden basado en reglas para el comercio internacional.”