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COP30
Brasil ante la COP30: liderazgo climático y cooperación para un futuro sostenible

Cumbre sobre el cambio climático de las Naciones Unidas en Belém, Brasil
COP30

Cumbre de líderes en la COP30, Belém, Brasil.

© Imagen: Mauro Pimentel/AFP

La ciudad amazónica de Belém es sede de la COP30, la conferencia climática más importante del mundo. Sorprende que, tras tres décadas de historia, Brasil nunca antes fuera anfitrión de una cumbre de la ONU sobre cambio climático. Que el país más biodiverso del planeta asuma este rol tiene un profundo simbolismo. Es una de las principales economías del G20, custodio de la Amazonía —clave para la estabilidad climática global— y referente histórico en diplomacia ambiental desde la Conferencia de Río de 1992, donde nació el concepto de desarrollo sostenible.

Con esta presidencia, Brasil busca reafirmar su liderazgo en la agenda global de sostenibilidad, mostrando avances concretos en energías renovables, biocombustibles y agricultura de bajas emisiones. Su matriz eléctrica, con un 89 % de fuentes renovables, es una de las más limpias del G20 y evidencia que el país tiene condiciones únicas para protagonizar la transición energética mundial.

En este marco, la Fundación Friedrich Naumann para la Libertad, junto con la Universidad Federal de Minas Gerais (UFMG), organizaron el encuentro “Brazil on the Road to COP30: Pathways for Energy Transition and Sustainable Development”, realizado en Belo Horizonte. El evento reunió a destacados referentes del ámbito académico, empresarial y financiero, entre ellos Paulo Guerra, director de Programas de la Fundación Dom Cabral; Aurea Carvalho, gerente de Servicios Financieros del Banco de Desarrollo de Minas Gerais (BDMG); y Lucas Carlos Lima, profesor de Derecho Internacional en la UFMG. La discusión enfatizó la necesidad de la cooperación institucional, la innovación tecnológica y la estabilidad jurídica como pilares de una transición energética efectiva y sostenible. 

COP 30 en UFMG

Paulo Guerra, Lucas Carlos Lima, Dr. Hans-Dieter Holtzmann y Aurea Carvalho

Paulo Guerra, Lucas Carlos Lima, Dr. Hans-Dieter Holtzmann y Aurea Carvalho

El cambio climático es hoy una realidad innegable. El Foro Económico Mundial lo ubica entre los principales riesgos globales con los fenómenos meteorológicos extremos y la degradación de los ecosistemas

Desde una visión liberal, el desafío no radica en elegir entre desarrollo y medio ambiente, sino en conciliar ambos. Los países más exitososcomo Costa Rica o los escandinavosconfían en la innovación y el dinamismo del mercado para impulsar economías verdes

Para América Latina, la transición energética requerirá inversiones de unos 150.000 millones de dólares hasta 2030. Dadas las restricciones fiscales, el capital privado será crucial, pero sólo fluirá si los gobiernos garantizan marcos jurídicos estables y previsibles. La confianza institucional se convierte así en un activo tan valioso como la propia energía limpia. Instituciones de desarrollo como el Banco Mundial, la CAF, el BEI o el BDMG tienen un rol esencial al articular recursos públicos y privados para generar un efecto multiplicador. A su vez, una mayor apertura comercial —como la que promueve el Acuerdo Unión Europea–Mercosur— puede potenciar la transferencia de tecnología verde y fortalecer sectores estratégicos en Brasil.

Brasil tiene ante sí la oportunidad histórica de demostrar que desarrollo y sostenibilidad pueden avanzar juntos.

Dr. Hans-Dieter Holtzmann
Dr. Hans-Dieter Holtzmann

La preservación de la Amazonía sigue siendo un eje central. Su protección, junto con la creación de un mercado internacional de certificados de carbono, podría valorizar los servicios ambientales mediante mecanismos de mercado eficientes. Pero reducir emisiones no basta: América Latina debe adaptarse a los impactos del cambio climático, que ya generan migraciones rurales y presionan infraestructuras urbanas. Sin políticas de adaptación, los costos sociales serán enormes.

Si Belém logra traducir el consenso global en acciones concretas y duraderas, la COP30 podría marcar un nuevo punto de inflexión, comparable al de la Conferencia de Río de 1992.
Brasil tiene ante sí la oportunidad histórica de demostrar que desarrollo y sostenibilidad pueden avanzar juntos.