DE

ESPAÑA
España no vuelve a la calma tras la detención del rapero. ¡Más serenidad!

Barcelona riot
© Creative Commons

Durante la noche del domingo al lunes se produjeron graves disturbios por sexta vez consecutiva, después de que el rapero Pablo Hasél hubiera sido detenido el martes. No había cumplido condena de cárcel por la que había sido juzgado por “Enaltecimiento del terrorismo e injurias contra la Casa Real e instituciones del Estado”. Tanto en Madrid como en otras ciudades se produjeron violentas protestas llevadas a cabo por grupos de extrema izquierda y anarquistas, entre los cuales se encontraban también  jóvenes con ganas de alborotar y destruir. Se pueden leer líneas de mal gusto o incitadoras a la violencia como “Pena de muerte ya a las infantas patéticas”, “Merece que explote el coche de Patxi López” o “El mafioso del Borbón de fiesta con la monarquía saudí…” encubiertas bajo la libertad de expresión, pero el Tribunal Supremo lo ha considerado de otra manera.

En el seno del gobierno de izquierdas del Presidente socialista Sánchez se han producido tensiones por el hecho de que el socio de coalición Unidas Podemos se haya negado hasta hoy a juzgar las protestas, - realmente imperdonable para un partido de Gobierno. Por el contrario, Sánchez condenó la violencia y se declaró abierto a proteger mejor la libertad de expresión, y entra así en la clave del asunto. No se puede negar una cierta doble moral: durante un acto de antiguos fascistas de la Falange, donde muestran el saludo fascista en sus actos o cuando se muestran retratos de Francisco Franco durante el día de la fiesta nacional, no se pone el grito en el cielo y no se ataca a las instituciones democráticas españolas.

Barcelona riot
© Creative Commons

A la Casa Real, a sus protectores y a las “instituciones estatales” les vendría bien una buena dosis de serenidad: cuando se hizo público recientemente que la Infanta Leonor acudiría a un internado en Gales, en la televisión estatal TVE un periodista independiente se  permitió el titular “Leonor abandona España – como su abuelo” y jugó con ello con la referencia al rey emérito Juan Carlos, exiliado en Abu Dhabi tras numerosas sospechas de corrupción. Demasiado para aquellos que después del linchamiento digital hablaron de una grave irresponsabilidad y atacaron al autor. De todo esto, tenemos la impresión de una Casa Real vulnerable, pero no ya en el sentido de los responsables y merece una profunda reflexión. Así es que no deberíamos hacerle este favor al rapero Hasél, el mismo que le niega a su género todo tipo de favor desde un punto de vista artístico.