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Elección federal alemana
Alemania se normaliza

El pasado fin de semana, el panorama político del país cambió definitivamente. Los partidos programáticos están sustituyendo a los partidos populares. Ningún partido recibe ya más del 30% de los votos del electorado. Esto seguirá siendo así.
Spitzenkandidaten treffen sich nach den ersten Wahlergebnissen zu einer im Fernsehen übertragenen Diskussion.
© Photo by Michele Tantussi/Getty Images

Los que tenemos mayor edad quizá aún podemos recordarlo. Fue hace 34 años, inmediatamente después de las entonces elecciones federales de 1987, cuando los periódicos estaban llenos de diagnósticos sobre el declive de los partidos populares. ¿Qué pasó? La CDU/CSU y el SPD obtuvieron resultados decepcionantes, mientras que el FDP y los Verdes se fortalecieron. Todo el mundo esperaba esta vez que Alemania experimentara también un cambio en el panorama político que ya se podía observar en otras democracias maduras de Europa, como Dinamarca y los Países Bajos. Ahora ningún partido estuvo por encima del 30% de los resultados; los votos del electorado se distribuyeron de forma bastante uniforme entre un amplio espectro de partidos democráticos, y el resto en los márgenes de la derecha y la izquierda populistas.

Gran variedad de reformas

En Alemania las cosas resultaron diferentes. Con la reunificación en 1990, la tarea nacional primordial buscó reforzar el establishment demócrata-cristiano, en realidad en contra de la tendencia sociológica de un abanico de opiniones políticas más amplio, lo que en particular golpeó a los verdes. Más tarde, le siguieron otras grandes tareas "nacionales": la reforma del Estado del bienestar con la legislación Hartz IV a mediados de la década de 2000, cuyas consecuencias políticas debilitaron entonces significativamente a los socialdemócratas; la gestión de la crisis financiera mundial en 2008/2009 y la crisis de la deuda del euro en 2011, que reforzaron entonces la franja política de la derecha; por último, la crisis de los refugiados en 2015 y la pandemia en 2020, todos ellos retos que dejaron al menos al partido más estatista de Alemania, la CDU/CSU de Angela Merkel, con una importancia central que se mantiene, a pesar de las fuertes fluctuaciones de opinión.

Con la salida de Angela Merkel, esto se acabó. Ella deja tras de sí una enorme paleta de de reformas por completar, algo que se observa con preocupación incluso en el extranjero. Esto está siendo retomado programáticamente por diferentes partidos del centro democrático y que después de todo finalmente está llevando a un nuevo abanico del espectro político. Así se aproxima la era de los partidos programáticos, sorpresivamente tres décadas de retraso respecto a la tendencia europea. Además en esta jornada electoral, el candidato a canciller de la CDU/CSU, Armin Laschet, tuvo un perfil llamativamente débil, y quizá esto haya sido más un síntoma que una causa del cambio. Alemania tiene ahora cinco partidos con más del 10 y menos del 25 por ciento de los votos, en lugar de uno o dos grandes y el resto pequeños. Cuatro de los cinco partidos pueden formar ahora coaliciones entre sí y bajo distintas combinaciones, como es de hecho ahora parte del contexto danés y holandés.

Creando confianza mutua

¿Motivo de preocupación? Todo lo contrario. Los programas diversos permiten que la sociedad esté mejor representada en su estado particular. Ahí está la oportunidad de combatir eficazmente el descontento con la democracia. Sin embargo, el requisito previo para ello es ampliar la capacidad de formar coaliciones en el recién creado centro democrático. Y quizás también la capacidad de desarrollar nuevos formatos de negociación: Ya no son los partidos mayoritarios los que buscan a su "pequeño" socio, sino que los propios partidos se activan y hablan entre sí sobre la viabilidad de aplicar sus programas y las alianzas más óptimas para ello.

Así que la pelota ya no está sólo en el tejado de la Unión y el SPD, sino también en el de los Verdes y el FDP. Ambos partidos, los Verdes y el FDP, deben darse cuenta de que sus respectivas visiones del futuro no pueden llevarse a cabo sin atravesar primero las barreras de los demás partidos, y esto se dará a largo plazo. Si lo hacen con la necesaria mezcla de adhesión a los principios y pragmatismo, se puede dar paso a la previsibilidad y la confianza, y esto a la vez en una Alemania que ya no elude las reformas, sino que afronta los grandes retos de la época. Así, un titular ad hoc podría ser: "Alemania innovadora con una valla ecológica" ¿Por qué no?