DE

Diversidad
El Mediterráneo, el mar de las dos orillas

Santorini

Santorino

© Pixabay

El recuerdo del Mediterráneo empieza con una maravillosa canción de Juan Manuel Serrat, que se escucha desde hace muchos años en todo el mundo, pasa por la tristeza de los inmigrantes que no consiguen su sueño, pues no podemos olvidar los datos de la OIM, que cifra la muerte o desaparición de 1.522 migrantes en el 2022, y es el mar de las dos orillas diferentes y ambas apasionantes donde se encuentran las culturas históricas que el paso de los siglos no olvida.    Nada en esta geografía que nos ha tocado habitar une y separa tanto y conjuga al tiempo una diversidad tan importante como la que integran y bañan sus aguas.

Delimitan, si es que no separan, tres continentes, las religiones más importantes, entrelazan las culturas que nos asombran y al tiempo separan unas diferencias económicas y sociales muy distintas. En ningún otro lugar del planeta se acumula tanto lujo y riqueza frente a tanta carencia como las que casi pueden avistarse con indiferencia desde cualquiera de sus orillas. El Mediterráneo encierra en sus costas unos contrastes muy dispares, una diversidad que, sin obviar sus sombras, nos permite ir trabajando para ensalzar sus luces y hacer de la realidad intercultural, patrimonial y la identidad mediterránea los ingredientes necesarios para intensificar los lazos entre los distintos países.

Nada integra más esta parcela privilegiada del mundo que el clima que tan confortable hace la vida de sus habitantes. Y nada cabe reprochar más a estos privilegiados, que somos los europeos, que la falta de unión de sus pueblos que, en ocasiones, muestran cierta carencia de solidaridad por distintos intereses, de ahí la necesidad de una mayor concienciación de los que juntos podemos ofrecer.

Cairo

Cairo

© Pixabay

La herencia que nos han legado los sabios y maestros griegos, romanos o egipcios, por citar algunos ejemplos, no nos ha convencido plenamente todavía de las ventajas que proporciona la unión dentro de las variedades artísticas y culturales, históricas y de pensamiento. Los atractivos de la tierra que une el mar Mediterráneo nos lo exige, clama por conseguirla, y siempre nos pasará cuenta a los que la tenemos en nuestras manos y no logramos ejecutarla. Hay muchos lugares interesantes en la tierra, no cabe desdeñar ninguno, pero el Mediterráneo es un privilegio.

Por eso es fundamental que los intentos recién incorporados a la agenda internacional de luchar con empeño por avanzar en el objetivo del entendimiento y la unión sigan adelante y cada día con mayor decisión. Quizás el primer argumento para suscitar el interés que se ha despertado por conseguirlo es recordar, no tanto lo que se puede conseguir como lamentar lo que nos estamos perdiendo por rivalidades de corte ancestral, conflictos patrióticos obsoletos y rivalidades propias de aficiones deportivas, pero nunca de la igualdad entre las civilizaciones.

El atractivo de unas playas inolvidables, de la gastronomía más variada y sugerente, de los yates surcando sus olas con aires de descanso y diversión, choca con el drama de las pateras de los migrantes africanos que reivindican participar también de las ventajas que ofrecen los países europeos del Mediterráneo, el ejemplo de unidad a imitar que ha creado la Unión Europea y la tranquilidad que la OTAN ofrece ante los riesgos de alteración de la paz.

Chipre

Chipre

© Pixabay

Aunque el camino que se ha de recorrer aún es largo, no debemos caer en el pesimismo. Es cierto que vamos avanzando y que crece la necesidad de convertir en realidad la ansiada unión del Mediterráneo. Poco a poco, estamos entrando en la buena senda.

Lo primero que se echa de menos es la convivencia entre los pueblos y sus culturas y decenas de idiomas diferentes, pero plenamente compatibles. Y lo segundo, las ventajas que siempre proporciona la colaboración, empezando por la economía de los hogares, y enseguida el disfrute por todos de lo que cada país, cada región y cada isla ofrecen al visitante. Y puesto que de islas hablamos, el Mediterráneo ofrece los atractivos de algunas de las más bellas e interesantes del mundo, como Mallorca, Ibiza, Córcega, Cerdeña o Sicilia, empezando de oeste a este.

Todo por no recordar los cientos de islas griegas, balcánicas y turcas con sus recuerdos míticos e históricos como Malta, el país más pequeño de la Unión Europea, pero no por eso menos importante,  con las islas de Gozo y Camino y su capital que  alberga los principales recuerdos de las cruzadas. Todo el Mediterráneo, tanto da que se contemple desde el Norte como del Sur o del Este o el Oeste, es un conjunto donde rebosan los recuerdos y testimonios de todos los siglos de historia que acumula la humanidad.

El 28 de noviembre se celebró el Día Internacional del Mediterráneo, celebración auspiciada por la Unión por el Mediterráneo, institución a la que pertenecen 42 Estados miembros. Con esta conmemoración se pretende fomentar la identidad del Mediterráneo y estrellar los lazos de cooperación potenciando esa diversidad de la que hemos hablado que nos hace ser unos privilegiados. Ha llegado la hora de que la civilización contemporánea eche la vista atrás, ponga en valor la herencia de este mar de las dos orillas que la suerte ha puesto en nuestras manos y, además de disfrutarla y velar por su belleza, realice un esfuerzo para limar lo que nos separa y conseguir que sume para el futuro el valor de la unidad: las oportunidades pasan rápido y cuesta que vuelvan a presentarse.