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Educación
Educarse bajo la visible mano del Estado

Un artículo de Anderson Ayala Giusti
Educarse bajo la visible mano del estado
© Anderson Ayala Giusti

La educación es un bien demasiado importante como para dejarlo en manos de los burócratas. Un buen sistema educativo no solo busca generar capacidades en los jóvenes, sino también iniciarlos en la socialización durante el desarrollo de su personalidad. Pero cuando el Estado mece su visible mano sobre esta dinámica, no se puede esperar que lo haga por mero altruismo, sin perseguir nada a cambio. Y esto, visto a través de la experiencia venezolana, debe servir de advertencia para todos los países de la región.

En la investigación periodística que sigue a continuación, el autor presenta una amplia radiografía sobre la educación en Venezuela, destacando entre otras la deplorable calidad ofrecida, el éxodo de profesionales docentes, los atrasos del diseño curricular y la asfixiante propiedad estatal sobre la mayoría de los planteles. Y si bien la educación pública es gratuita en el país, todas esas variables no hacen sino impulsar a las familias a buscar instrucción por medios privados.

Esto último, de hecho, es lo que enfoca el autor en la segunda parte del texto: los esfuerzos privados por ofrecer educación de calidad a bajo costo, accesible en sectores populares con pobreza estructural. Incluso aborda algunas iniciativas muy especializadas, provistas directamente por el mercado para llenar esos vacíos y falencias del sistema. Estas son las oportunidades que ve como una esperanza para el futuro, en una reforma educativa que será indispensable para el país.

Y si bien el autor desmonta los mitos de la educación pública, deja claro que el problema no es que el Estado invierta en educación. Incluso la financiación directa a través de cheques escolares, como proponía Milton Friedman, es algo que se hace con dinero público. El problema degenerativo inicia cuando el gobierno busca controlar además la administración de las escuelas, porque eso le abre las puertas para imponer su agenda ideológica, doctrinaria y hasta clientelar, como ocurrió en Venezuela.

Por todo ello es necesario un enfoque distinto sobre el sistema educativo, alejado de las visiones estatistas y colectivistas, donde la libertad tenga un lugar privilegiado que promueva y facilite la innovación, la inclusión y la creación. Solo así, el sistema educativo de cualquier país podrá formar ciudadanos realmente libres, capacitados y con criterio para tomar decisiones y para seguir sus aspiraciones de vida.

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  • La educación es un bien demasiado importante como para dejarlo en manos de los burócratas. Un buen sistema educativo no solo busca generar capacidades en los jóvenes, sino también iniciarlos en la socialización durante el desarrollo de su personalidad. Pero cuando el Estado mece su visible mano sobre esta dinámica, no se puede esperar que lo haga por mero altruismo, sin perseguir nada a cambio. Y esto, visto a través de la experiencia venezolana, debe servir de advertencia para todos los países de la región

    En la investigación periodística que sigue a continuación, el autor Anderson Ayala Giusti presenta una amplia radiografía sobre la educación en Venezuela, destacando entre otras la deplorable calidad ofrecida, el éxodo de profesionales docentes, los atrasos del diseño curricular y la asfixiante propiedad estatal sobre la mayoría de los planteles. Y si bien la educación pública es gratuita en el país, todas esas variables no hacen sino impulsar a las familias a buscar instrucción por medios privados.