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Elecciones
¿El Salvador en camino a un régimen autoritario?

El Salvador Wahlurne

Am 4. Februar treten mit dem amtierenden Präsidenten, der den Umfragen nach zwischen 70% und 80% der abzugebenden Stimmen auf sich vereinen könnte, 5 weitere Kandidaten mit geringer Unterstützung an

© picture alliance / ZUMAPRESS.com | Camilo Freedman

Los candidatos

El 4 de febrero El Salvador tendrá elecciones presidenciales, 6.2 millones de salvadoreños tienen derecho a votar. El candidato que obtenga el 51% de los votos gobernará El Salvador hasta 2029. Si ningún candidato logra este resultado, habría una segunda vuelta electoral.

 

Al presidente actual, que según encuestas podría obtener entre el 70% y el 80% de los votos que se emitan, se sumarán otros 5 candidatos con escaso apoyo, todos ellos con intenciones de voto por debajo del 5%.

 

El partido de izquierda, Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), se presenta con el poco carismático Manuel Flores, cofundador de su partido y experimentado alcalde y diputado. Por la derechista Alianza Republicana Nacionalista (ARENA) correrá como candidato Joel Sánchez, quien busca mejorar la educación a través de la tecnología, impulsar la economía, construir hospitales, en definitiva, "ayudar" a la población y "no discutir con nadie". Luis Parada se presenta por el partido Nuestro Tiempo, surgido de la sociedad civil. Pretende hacer florecer la economía, crear mejores empleos, mejorar los servicios de salud y el acceso a la educación, así como luchar contra la corrupción.

 

Como en 2019, el presidente Nayib Bukele sigue siendo la principal esperanza, joven, carismático y capaz de imponerse a los candidatos del establishment político. Desde el final de la guerra civil en 1992, el FMLN y ARENA han gobernado el país con estructuras corruptas. Incluso durante el mandato de Bukule, los partidos de la oposición no se renovaron, sino que el presidente en funciones supo alimentar la narrativa de lucha contra los partidos corruptos del pasado y arrebatarles la mayoría en el parlamento.

 

Pero el presidente tuvo que jugar a la segura esta vez, hizo una campaña muy intensa para llamar a sus partidarios a votar. Su preocupación podría ser que los salvadoreños que están seguros de su victoria ni siquiera acudan a a votar por él, o que acabe careciendo de una mayoría aplastante y, por tanto, de legitimidad.

Nayib Bukele

Präsident Nayib Bukele ist, wie schon 2019 weiterhin der Hoffnungsträger schlechthin, jung, charismatisch und in der Lage sich gegen die Kandidaten des politischen Establishments durchzusetzen

© picture alliance / ASSOCIATED PRESS | Salvador Melendez

¿Qué hace a Nayib Bukele tan popular?

El discurso contra las élites políticas tradicionales encuentra un caldo de cultivo natural entre los potenciales votantes del presidente, ya que la población lleva años sin ver mejoras en sus condiciones de vida y el joven presidente sabe aplicar hábilmente sus promesas populistas. Por supuesto, impresiona a la mayoría de los ciudadanos que más de 50 mil miembros de las maras (bandas criminales) sean detenidos de la noche a la mañana y recluidos en cárceles de alta seguridad - una de las cuales se construyó expresamente para este fin -. Como resultado, los jóvenes pueden volver solos a casa en coche o andando por las tardes después de la escuela, la universidad o el trabajo sin miedo a ser atacados o incluso obligados a convertirse en miembros de las bandas criminales. Las pequeñas empresas también se benefician de la situación, pues ya no tienen que pagar cuotas de protección a las bandas criminales. La situación de la seguridad ha mejorado y más del 90% de la población está a favor de esta política de mano dura, que el presidente en funciones promete continuar en su próximo mandato. Sin embargo, los partidarios de Bukele ignoran por completo sus tendencias autoritarias, su desprecio por el Estado de Derecho al prolongar permanentemente durante casi dos años el estado de excepción, que permite la detención arbitraria de delincuentes o posiblemente incluso de opositores políticos, ya que cualquier crítica al gobierno es inaceptable y se juzga a las personas por su apariencia (p.ej. por tener un tatuaje).

 

Tras la pandemia, la economía se está recuperando significativamente. Mientras que El Salvador experimentó un crecimiento negativo del -7,9% en 2020, la economía se recuperó en 2021 con una tasa de crecimiento del 11,2% y regresó al nivel de 2019 en 2022 con un 2,6%, mientras que para 2024 se espera un crecimiento superior al 3%. La mejora de la situación de seguridad atrae a los inversores y al turismo, ausente durante mucho tiempo debido a la inseguridad, y el Gobierno de Bukele ha logrado reducir el déficit presupuestario del 10% al 2%.

 

Menos positivos son los resultados derivados de la introducción del Bitcoin en septiembre de 2021. La inclusión financiera que Bukele esgrimía de forma permanente, no es una realidad para la mayoría de los salvadoreños. Alrededor del 70% de los usuarios de la billetera Chivo (billetera digital) solo descargaron el saldo inicial de Bitcoin (USD 30) proporcionado por el gobierno para no realizar ninguna transacción adicional con Bitcoin. Cabe destacar que sólo el 65% de la población posee un celular inteligente. Por su parte, sólo el 20% de las empresas utilizan Bitcoin en sus transacciones comerciales diarias.

 

En cuanto al número de migrantes registrados en la frontera de México con los Estados Unidos de Norteamérica, los años 2019, 2020 y 2021 registran los valores más altos de los últimos 10 años. Desde el segundo semestre de 2022 se observa un ligero descenso en el número de migrantes contabilizados por mes. No obstante, demasiadas personas - unas 140 al día en 2023 - abandonan El Salvador con la esperanza de una vida próspera en los Estados Unidos. Es posible que aún no se hayan beneficiado de la evolución económica positiva tras la mejora de la situación de seguridad y prefieran el arduo viaje hacia el norte.

Wandgemälde von Nayib Bukele

Ein Wandgemälde mit dem Bild des salvadorianischen Präsidenten Nayib Bukele schmückt ein Wohnhaus im Stadtteil Zacamil in San Salvador

© picture alliance / ASSOCIATED PRESS | Moises Castillo

El camino meticulosamente preparado hacia un régimen autoritario

El buen funcionamiento del aparato propagandístico del gobierno vende muy bien el proceso de toma de decisiones de Nayib Bukele, con el periódico estatal "Diario El Salvador", fundado en 2020, y un gran uso de las redes sociales. Por su parte, con la justificación de promover la eficiencia del Estado, los diputados leales al presidente (57 de 84) aprobaron una ley para reducir el número de diputados de 84 a 60, así como la reducción del número de municipios de 262 a 44, son medidas que son conducentes a concentrar el poder y a cercenar el pluralismo.

 

El presidente tiene mayoría en el Parlamento desde 2021, mediante la cual logró que los miembros del Tribunal Supremo y el Fiscal General dimitieran y asumieran los cargos funcionarios leales a él. Otros jueces de la judicatura igualmente fueron jubilados de manera anticipada. La incisión en la separación de poderes, que la comunidad internacional observó con preocupación en su momento, es ahora un hecho: Bukele controla todos los órganos de gobierno.

 

Las encuestas indican que 57 diputados del partido Nuevas Ideas y 3 diputados de la oposición controlarán el destino de la legislatura. No hay previsiones para las elecciones locales, pero lo más probable es que la reducción del número de municipios también juegue a favor del presidente en funciones.

 

Se espera que el Presidente Nayib Bukele sea reelecto el 4 de febrero de 2024. Aunque la Constitución no prevé la reelección inmediata, Bukele pidió una licencia para ausentarse del cargo tres meses antes de las elecciones, lo que significa que no es formalmente presidente. Así ha podido desarrollar su campaña sin problemas y ser reelecto. Ha allanado el camino para esta reelección y, por tanto, hacia un régimen autoritario paso a paso desde que asumió la presidencia en 2019, ignorando la separación de poderes, el Estado de derecho y los derechos humanos.

 

Una vez más, un jefe de Estado en Centroamérica se reelige por la vía electoral, es decir mediante un instrumento democrático, pero el peligro de un régimen autoritario cada vez más radical es evidente. La comunidad internacional debe hacerse más visible en este contexto; una evolución de esta naturaleza no puede aceptarse en silencio. Las consecuencias de tal espectatoriedad pueden observarse en la preocupante evolución de Nicaragua, que se ha convertido en una brutal dictadura casi sin que nadie se inmute.