María Corina Machado
Mujer de la libertad

La venezolana María Corina Machado se inscribe en la tradición del gran anticomunista checo Václav Havel. Desenmascara y ataca la dictadura en su país.
La líder de la oposición venezolana María Corina Machado.

La líder de la oposición venezolana María Corina Machado.

© picture alliance/dpa | Jesus Vargas

Es, sin duda, una mujer extraordinaria. Proviene de una familia empresarial acomodada, estudió en colegios de élite de su país y tuvo acceso a todos los privilegios de la clase alta. Podría, como muchos de sus compatriotas, vivir hoy en el exilio —digamos, en Miami o Madrid— como una “expatriada” adinerada. Pero no lo hace.

¿Qué fue de ella, entonces? Se convirtió en una luchadora temperamental, apasionada y carismática por la libertad y la democracia, el Estado de derecho y la economía de mercado en su patria, Venezuela. Es decir, en esa nación latinoamericana en la que, desde Hugo Chávez, gobierna una dictadura izquierdista y despótica que manipula elecciones, se alimenta del narcotráfico, permite la corrupción sin límites y persigue y encarcela sin piedad a los disidentes; un régimen que, gracias a una economía estatal disfuncional, ha generado pobreza, miseria, hiperinflación y desempleo masivo. Un sistema despreciable que, bajo el sucesor de Chávez, Nicolás Maduro, ha arrastrado aún más al país al abismo. A pesar de su riqueza petrolera y de recursos naturales, ocho millones de venezolanos abandonaron su país; unos treinta millones permanecen —una sangría humana de casi una cuarta parte de la población. Una huida aún mayor que la de la República Democrática Alemana (RDA) en la década anterior a la construcción del Muro.

¡Una catástrofe humana y política! Y, una vez más, un experimento “socialista” en suelo latinoamericano que termina en un fracaso moral, político y económico. Contra todo esto lucha con todas sus fuerzas —y con inteligencia— María Corina Machado, un verdadero talento político. Se ha convertido en una heroína popular que, al parecer, provoca auténticos ataques de pánico a Maduro.

Cuando su candidatura presidencial para 2024 fue prohibida por la autoridad electoral local venezolana —era la clara favorita para unas elecciones libres—, la liberal convencida, junto a su partido Vente Venezuela, miembro de la red liberal latinoamericana RELIAL y de la organización global Liberal International, propuso como candidato al poco conocido intelectual Edmundo González. Con él condujo una campaña extraordinaria que culminó en la victoria: obtuvo alrededor del 73 % de los votos.

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Eine menschliche und staatspolitische Katastrophe! Und wieder mal ein "sozialistisches" Experiment auf lateinamerikanischem Boden, das in einem moralischen, politischen und wirtschaftlichen Fiasko geendet ist. Dagegen kämpft das politische Naturtalent María Corina Machado mit all ihren Kräften - und mit Intelligenz! Sie ist dadurch längst zur Volksheldin geworden, die Maduro offenbar Angstzustände beschert. Als daraufhin ihre Kandidatur für die Präsidentschaft 2024 verboten wurde - sie war für faire Wahlen die haushohe Favoritin -, machte die bekennende Liberale mit ihrer Partei Vente Venezuela, einer Mitgliedspartei der lateinamerikanischen Liberalenverbunds RELIAL und der globalen Dachorganisation LIBERAL INTERNATIONAL, den weithin unbekannten Intellektuellen Edmundo González zum Kandidaten. Sie führte sodann mit ihm einen grandiosen Wahlkampf, der zu dessen Sieg führte - mit etwa 73 Prozent der Stimmen.

Und dann kam es, wie es kommen musste: Der Machthaber Nicolás Maduro fälschte das Endergebnis und ließ sich selbst zum Sieger erklären. Er hatte aber die Rechnung ohne die clevere María Corina gemacht. Die hatte nämlich mit etwa einer Million (!) Helfern im Land noch am Wahltag Kopien der "Acta", also der digital erstellten Dokumente der Wahlergebnisse im Großteil der rund 20.000 Wahllokale, sicherstellen lassen. Damit wurde der Wahlbetrug unwiderlegbar aufgedeckt. Sie schuf mit diesem Geniestreich übrigens auch eine Art historischen Präzedenzfall, wie man in der modernen Welt demokratischer Abstimmungen fast jede Wahlfälschung nachweisen kann. Eine geradezu spektakuläre Detektiv-Arbeit in einem politischen Kriminalfall - filmreif!

María Corina Machado recibe el Premio Nobel de la Paz

María Corina Machado en una manifestación en Caracas en enero de 2025.

Valentía, libertad y democracia en Venezuela: el Premio Nobel de la Paz otorgado a María Corina Machado es una clara señal contra la opresión y reafirma a la oposición venezolana en su lucha por un futuro libre.

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Y entonces ocurrió lo inevitable: el mandatario Nicolás Maduro falsificó los resultados y se proclamó vencedor. Pero no contaba con la astucia de María Corina. Ella había organizado, el mismo día de las elecciones, un operativo de cerca de un millón de voluntarios que aseguraron copias digitales de las actas de resultados en la mayoría de los 20,000 centros electorales del país. Así logró demostrar de manera irrefutable el fraude electoral. Con esta genial maniobra creó, además, un precedente histórico: mostró cómo, en la era digital, es posible comprobar casi cualquier manipulación electoral. Un trabajo detectivesco espectacular en un caso político digno de película.

Eso solo fue posible gracias a miles de personas que la apoyan con entusiasmo. Y eso lo consiguió María Corina porque, durante la campaña —aunque debía esconderse—, aparecía de repente en cualquier rincón del país: sobre el asiento trasero de una motocicleta, saludando, sonriendo, gesticulando; o en concentraciones espontáneas de su partido Vente Venezuela.

Demostró cómo se puede motivar a la gente para luchar por la democracia. En Alemania se debería reconocer eso —y, mejor aún, aprender de ello. En todo caso, el más que merecido Premio Nobel de la Paz para María Corina Machado debería celebrarse y honrarse como corresponde.

Pero no es así. Más bien ocurre lo contrario, sobre todo en aquellos medios que se autodefinen como de izquierda o, con eufemismo, como “liberales progresistas”. Por ejemplo, Die Zeit califica la decisión del Comité Nobel de “delicada”. Las razones profundas se pueden suponer: por un lado, el origen privilegiado de Machado, algo que irrita a muchos simpatizantes de izquierda; y por otro —y quizá más importante—, sus objetivos liberales en lo político y en lo económico, dirigidos contra una dictadura, sí, pero una dictadura de izquierda.

Todo esto recuerda el escaso apoyo que el checo Václav Havel recibió en Alemania durante los años setenta y ochenta en su lucha contra el comunismo, algo que Timothy Garton Ash señaló acertadamente en un libro sobre Alemania publicado en los años noventa. Havel también provenía de un entorno burgués y defendía ideales liberales. En aquellos años, los editores de Die Zeit, Theo Sommer y Marion Gräfin Dönhoff, regresaban impresionados de sus viajes a la RDA, pese a las violaciones de derechos humanos allí cometidas; y el periodista del Spiegel Günter Gaus, más tarde representante permanente de la República Federal Alemana (RFA) en la RDA, encontraba encantadora la “sociedad de nicho” del socialismo —que no era más que el resultado de la falta de libertad. No es de extrañar que pasara tanto tiempo antes de que el gran reformista Václav Havel recibiera el reconocimiento que merecía en Alemania.

Hoy se añade un fenómeno nuevo: Donald Trump. María Corina Machado le dedicó el premio, y eso tiene, por supuesto, razones estratégicas. En su lucha por la libertad, la democracia, el Estado de derecho y la economía de mercado —y contra Maduro— necesita el apoyo de los Estados Unidos, la democracia más antigua y la nación más poderosa del mundo. Y lo necesita del presidente mismo, no solo del entonces senador y hoy Secretario de Estado, Marco Rubio, quien junto con otros la nominó al premio en agosto de 2024.

Machado, inteligente como es, sacó la conclusión correcta y apeló al ego de Trump —quien había soñado con ese Nobel— al dedicarle simbólicamente el galardón, actúa en interés de su país, y en esa causa, la vanidad personal debe ceder ante los objetivos de libertad de la nación.

Die Zeit lo considera “delicado”. Yo, en cambio, lo considero admirable. Y deseo que haya más políticos así, también en nuestro propio país.