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El Salvador
Bitcoin – El más reciente experimento del presidente salvadoreño con rasgos autocráticos

Einer der Bitcoinautomaten in El Salvador.
Ein Bitcoinautomat in El Salvador - seit September ist die Kryptowährung offizielle Zweitwährung des Landes. © picture alliance / ZUMAPRESS.com | Camilo Freedman

En junio, la Asamblea Legislativa de El Salvador, dominada por una mayoría del partido gobernante Nuevas Ideas, aprobó una ley para introducir el bitcoin como segunda divisa oficial en El Salvador, sin previo debate y mediante un procedimiento exprés. Se trata de un texto legal muy corto con solamente 17 artículos. Si bien en general hay que saludar que los procedimientos sean expeditos y eficientes, en caso de temas tan delicados constituye más bien un riesgo que las decisiones se tomen con tanta rapidez y que las reglas del procedimiento sean tan poco claras.  

El presidente Nayib Bukele había anunciado su decisión de introducir el bitcoin en idioma inglés durante una conferencia en Estados Unidos. Los invitados a dicha conferencia eran sobre todo expertos y amantes de la tecnología y de las criptomonedas. No hay nada más alejado de la realidad que los salvadoreños viven día a día en uno de los países más pobres de Latinoamérica.

En su propio país, el único canal por el cual Bukele se pronuncia sobre el tema del bitcoin es una vez más su medio de comunicación predilecto que ya es prácticamente la voz del gobierno: el twitter. Hasta ahora no ha habido una conferencia de prensa formal para explicar a la población salvadoreña cómo se manejará el bitcoin.

La ley entró en vigor a principios de septiembre. Desde entonces, Bukele alaba en los medios sociales la colocación de alrededor de 200 cajeros automáticos casi como una panacea. Sin embargo, la ley no estipula claramente la tasa de cambio de bitcoins a dólares estadounidenses (la divisa oficial del país), y se prefiere callar que la conversión de la moneda digital a dólares causará una comisión del 5%.

Como buen populista, Bukele defiende su decisión de adoptar la cibermoneda alegando las oportunidades de inclusión financiera y la libertad de la que gozarán muchas personas al lograr entrar en la economía formal mediante el bitcoin. Destaca las ventajas que tendrán los salvadoreños al retirar las remesas provenientes de Estados Unidos, mismas que constituyen más del 20% del PIB, ya que supuestamente estos retiros no causarán comisión. Efectivamente, la transferencia de bitcoins entre Wallets es gratuita, pero sólo si también el remitente es usuario de bitcoins. Por otra parte, el gobierno intenta ganar partidarios para este proyecto regalándole a cada ciudadano el equivalente en bitcoins a 30 dólares estadounidenses para poder participar en las transacciones. Hasta un cierto punto, parece que otra meta que persigue Bukele con la introducción de la cibermoneda es liberar a su país del control del sistema financiero internacional.

De aquí en adelante se podrá pagar impuestos en bitcoins, y todas las empresas y negocios están obligados a aceptar la moneda digital como medio de pago. A tal efecto habrá que usar una aplicación. Sin embargo, su manejo y funcionamiento se desconoce. Hasta ahora no ha habido programas de formación o capacitación para empresarios o para bancos, aunque serían sumamente necesarios. A pesar de todo, en entrevistas muchos manifiestan no necesariamente estar en contra del proyecto, sino que más bien se sienten confundidos por la falta de información y la incertidumbre jurídica.   

Pero en general parece que la última decisión del presidente quien es comúnmente considerado carismático y, a pesar de sus rasgos autoritarios, sigue gozando de la aprobación de la mayoría de los salvadoreños, conlleva más riesgos que oportunidades.

El valor del bitcoin es muy volátil. Si se permite pagar de este modo conceptos como impuestos o multas, la ley debería de fijar la tasa de cambio aplicable de dólar estadounidense a bitcoin. Esta volatilidad también sería un grave problema para otorgar créditos en bitcoins. Se creó un fideicomiso por 150 millones de dólares para amortiguar esta volatilidad – habrá que ver si funciona. Si bien las transacciones hechas con bitcoins se registran, es difícil saber quién las llevó a cabo desde qué dispositivo. Esta falta de transparencia parece brindar el terreno idóneo para el lavado de dinero y la creación de paraísos fiscales. Tal es la máxima preocupación de instituciones internacionales como el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y las agencias Fitch Ratings y Moody`s. Por lo tanto, habrá que esperar la decisión final del FMI en las actuales negociaciones sobre un crédito por 1.33 millones de dólares para El Salvador. Es un experimento con un alto riesgo.

Se sospecha que la verdadera causa de la decisión de Bukele es su intención de desdolarizar el país, lo cual agudizaría el enfrentamiento con Estados Unidos. Apenas en mayo de este año, los Estados Unidos recordaron con ahínco que la división de poderes era la base de una democracia estable. El motivo fue la destitución de todos los magistrados de la Corte Suprema de Justicia y del fiscal general como primera decisión de la Asamblea Legislativa recién electa y dominada por la mayoría del partido gobernante.

Parece que la adopción de la cibermoneda es una prueba piloto del gobierno para observar en cuánto tiempo la población acepta decisiones tan poco claras. Esto no sugiere nada bueno. Es cada vez más obvio que el presidente tiene rasgos autoritarios y que el parlamento lo apoya. La primera resistencia visible se produjo apenas el 15 de septiembre, día del bicentenario de la independencia de Centroamérica. Sin embargo, las razones por las que los manifestantes salieron a la calle son difusas. Algunos se manifestaron efectivamente en contra de la adopción del bitcoin y la decisión inconstitucional de la Corte Suprema de Justicia de aprobar la reelección directa del presidente en un espíritu parecido al de Nicaragua y Honduras. Otros protestaron contra proyectos de reformas constitucionales y la limitación de las libertades de prensa y expresión, otros a su vez contra el estancamiento en la reactivación de la economía. Algunos manifestantes expresaron que el miedo les había impedido salir a la calle antes. El tiempo dirá si tales protestas continuarán o incluso se reforzarán.

Desde antes de la adopción del bitcoin en El Salvador, el potencial de las monedas digitales les había llamado la atención también a otros países centroamericanos. El banco central de Honduras está evaluando la emisión de su propia moneda digital. En el mundo entero, varios bancos centrales están trabajando en el desarrollo de una versión digital de sus monedas nacionales y la regulación de criptomonedas. En Panamá se presentó un proyecto de ley en los primeros días de septiembre que contempla únicamente una regulación de criptomonedas como forma de pago alternativa sin imponer su implementación. Sin bien la introducción del bitcoin podría impulsar la integración de Centroamérica, sobre todo en las áreas comercial y financiera, es indispensable garantizar la transparencia y un marco jurídico claro para que un sistema de esta índole pueda funcionar. En el fondo, es cierto que las monedas digitales ofrecen enormes oportunidades para personas sin acceso al sector bancario. No obstante, es importante distinguir entre los diferentes tipos de monedas digitales y sus funciones. Mientras que el bitcoin se presta menos como modo de pago debido a su alta volatilidad, las así llamadas monedas estables (stablecoins), una versión de criptomonedas respaldadas por monedas de reserva como el dólar estadounidense, tienen una alta estabilidad. Muchos usuarios usan el bitcoin más como inversión que como moneda de curso legal. En este sentido, parece sumamente problemático que a los negocios se les obligue a adoptar una criptomoneda tan volátil como el bitcoin. Incluso los partidarios de una competencia monetaria deberían de tener cuidado con la decisión de El Salvador.