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Elecciones en Bolivia
Del boom a la escasez: del ascenso al colapso del MAS

La crónica de una muerte anunciada
Bolivia 1

Crisis política e inicio del siglo XXI: de la guerra del agua a la del gas

Para inicios del siglo XXI, Bolivia había logrado alcanzar ciertos logros económicos, como el control de la inflación. No obstante, persistían niveles demasiado altos de pobreza y exclusión social. Esto dio lugar a distintas crisis en la joven democracia boliviana.

Durante la ola de reformas liberales en América Latina de las décadas de 1980 y 1990, Bolivia vivió uno de los conflictos más significativos: la Guerra del Agua. El gobierno de Hugo Banzer privatizó el servicio de agua en Cochabamba y, tras ello, hubo una fuerte subida de tarifas. Frente a esto surgieron fuertes protestas sociales, lideradas por organizaciones populares y sindicatos. Fue de allí que emergió la figura de Evo Morales. El conflicto dejó muchos heridos, un menor fallecido y culminó con la cancelación del contrato privado.

En 2002, Bolivia celebró su quinta elección democrática consecutiva. El MAS[1], que lideraba Morales, ganó fuerza tras el descontento social por la decisión del Gobierno de entonces de erradicar cultivos de coca y privatizar recursos. Aquella vez, Morales quedó segundo. Quien fue electo, Gonzalo Sánchez de Lozada, asumió entonces la presidencia. Pero su iniciativa de exportar gas a Estados Unidos vía Chile generó un gran rechazo, sobre todo por la herida histórica de la Guerra del Pacífico. Pronto iniciaron protestas en El Alto, que se expandieron rápidamente y dieron lugar a la llamada Guerra del Gas. La represión frente a estas protestas dejó decenas de muertos y forzó la renuncia de Sánchez de Lozada. Su vicepresidente, Carlos Mesa, asumió el poder.

 

[1] Movimiento al Socialismo, es un partido político boliviano de izquierda fundado en 1997. El MAS-IPSP gobernó Bolivia desde enero de 2006 hasta noviembre de 2019; y después desde noviembre de 2020 hasta la actualidad.

Transición al MAS y nacionalización de los hidrocarburos (2004-2006)

Durante el Gobierno de Mesa, mucha gente del Occidente del país —El Alto y otros sectores indígenas— exigía la nacionalización del gas; al tiempo que, desde el Oriente — sobre todo desde Santa Cruz—, se demandaba mayor autonomía y descentralización de los recursos. El MAS, que tenía una amplia presencia sindical y parlamentaria, capitalizó este descontento y promovió una Asamblea Constituyente, para tomar control estatal de los recursos naturales.

En 2004, los bolivianos votaron en un referéndum con cinco preguntas sobre cómo debía manejarse la política energética y la exportación de gas. Al final, se respaldó la ‘recuperación estatal’ de los hidrocarburos y refundar Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB)[2], que en 1996 había empezado a admitir capitales privados. Estos y otros cambios debían ser implementados por la Ley de Hidrocarburos N.º 3058, promulgada en 2005. Sin embargo, Mesa no logró implementar del todo dicha ley por falta de apoyo político, y renunció en medio de crecientes presiones sociales.

 

Fue entonces que se convocó a las elecciones anticipadas de 2005, en las que Evo Morales fue elegido presidente con un 54% de los votos. Ya desde el poder, en 2006, se decretó la nacionalización de la industria de hidrocarburos. Si bien no se expulsó a las empresas extranjeras, el Estado, a través de YPFB, asumió el control mayoritario de las acciones (el 50% más uno). Las empresas renegociaron sus contratos, entregaron su producción a YPFB y aceptaron nuevas condiciones fiscales. Con esta medida, el Estado tomó el control sobre toda la cadena productiva del gas y el petróleo: exploración, explotación, transporte, refinación y comercialización, consolidando un nuevo modelo de gestión estatal.

Tiempo después, Morales convocó a una Asamblea Constituyente, que dio lugar a la nueva Constitución de 2009. Ese mismo año, Morales fue reelecto presidente.

[2] Empresa estatal boliviana dedicada a la exploración, explotación, refinación, industrialización, distribución y comercialización del petróleo, gas natural y productos derivados.

Boom de los hidrocarburos (2009 -2014)

Entre 2009 y 2014, Bolivia experimentó un auge en la producción de hidrocarburos, impulsado por inversiones en la explotación de reservas ya conocidas. Sin embargo, las actividades de exploración no avanzaron al mismo ritmo, lo que impidió que se repongan o amplíen las reservas consumidas. Durante ese periodo, el precio de exportación del gas natural boliviano siguió la tendencia del mercado internacional del petróleo, que desde 2004 venía en aumento. Este contexto favorable generó un incremento histórico en los ingresos por renta petrolera, gracias al alza simultánea en los precios y en la producción. No obstante, hubo una falta de responsabilidad macroeconómica al no aprovechar este período para generar reservas para tiempos más difíciles (como sí hizo, por ejemplo, el Perú durante el mismo período).

El ciclo de bonanza concluyó en 2014, cuando el precio internacional del petróleo comenzó a caer. Ese mismo año, Morales fue reelecto por segunda vez con una interpretación estirada y cuestionable de la Constitución. Esta solo permitía una reelección, pero Morales alegó que esta sería su primera reelección bajo la nueva Constitución.

Desde 2015, se evidenció un declive en la producción de gas y petróleo, gracias a la sobreexplotación de reservas y la escasa inversión en exploración, lo que limitó la capacidad del país para mantener una producción sostenida que cubra tanto la demanda interna como las exportaciones. Actualmente, Bolivia enfrenta las consecuencias de todas estas decisiones y mal manejo, sin tener aún una estrategia sostenida de inversión y reposición de reservas.

Fraude electoral e inicio del desmoronamiento (2019-2025)

Los malos resultados económicos afectaron la popularidad de Morales, quien en 2016 llamó a un referéndum para consultar si podía ser electo presidente nuevamente en 2019. Pero pese a perder el referéndum, Morales logró postular de todos modos, gracias a una polémica decisión del Tribunal Constitucional (cuyos miembros fueron electos por congresistas del MAS). Así, octubre de 2019, Bolivia vivió una crisis electoral tras la polémica habilitación de Morales por el Tribunal Supremo Electoral (TSE), lo que generó mucha desconfianza.

Ya en el día de la elección, durante el conteo de votos y con el 84% escrutado, se proyectaba una segunda vuelta entre Morales y Carlos Mesa. Sin embargo, el Sistema de Transmisión de Resultados preliminares se interrumpió por casi un día y, al reanudarse, la tendencia había cambiado: Morales superaba el 40% con una ventaja de más del 10% sobre Mesa, eliminando así la necesidad de una segunda vuelta por una diferencia de solo 0,1 puntos porcentuales.

Toda esta secuencia de irregularidades da cuenta de cómo los atentados en contra del orden constitucional ya no son exclusivos de golpes tradicionales con tanques, como ha sugerido la historiadora Anne Applebaum. Hoy los golpes también pueden ser protagonizados por actores institucionales, como tribunales y parlamentos, que actúan pensando solo en sus intereses.

Al final, la Organización de los Estados Americanos (OEA)[3] denunció irregularidades graves: manipulación de actas, falsificación de firmas, fallas en la cadena de custodia y anomalías estadísticas en el conteo final, por lo que recomendó nuevas elecciones. Ante la presión social y militar, Morales renunció y escapó del país. Jeanine Áñez, senadora opositora, asumió entonces presidencia interina, aunque su Gobierno perdió popularidad muy rápidamente. De hecho, en 2022 fue condenada a prisión por 10 años por los delitos de "incumplimiento de deberes" y "resoluciones contrarias a la Constitución"; y enfrenta también otros procesos.

Antes de que esto ocurra, en el 2020, Luis Arce ganó las nuevas elecciones presidenciales con el MAS, lo que fue visto como un retorno a la democracia electoral. No obstante, la tensión entre Arce y Morales comenzó a crecer rápidamente. Morales ya no podía ser candidato, pero continuó intentando postularse, pese a tener sentencias en su contra.

En 2024, un fallido intento de golpe de Estado desde un sector de las fuerzas armadas agravó la crisis política y, en 2025, estallaron protestas masivas lideradas por el propio Morales en Cochabamba, bajo el lema “Sin Evo no hay elecciones”. Este nuevo conflicto dejó víctimas y profundizó el descontento por la crisis económica y la escasez de gas y combustibles. Con el tiempo, Morales se volvió cada vez más crítico de Arce. Este último no se quedó atrás en sus respuestas al expresidente, lo que dio lugar a una crisis aguda al interior del MAS.

 

[3] La OEA reúne hoy a los 35 Estados soberanos de las Américas y es el principal foro gubernamental político, jurídico y social del hemisferio. Fue fundada con el objetivo de lograr en sus Estados Miembros "un orden de paz y de justicia, fomentar su solidaridad, robustecer su colaboración y defender su soberanía, su integridad territorial y su independencia".

Una luz al final del túnel (2025 - continuará)

Fue en este complejo escenario que, el domingo 17 de agosto, Bolivia celebró sus elecciones generales y, finalmente, vislumbra una posible salida a este prolongado túnel político. Tras 20 años casi consecutivos en el poder y, habiendo dejado al país en medio de varias crisis, el MAS ha sido contundentemente derrotado electoralmente. Las grietas en la izquierda y el rechazo ciudadano contra el Gobierno de Arce han dado lugar a un escenario impensado.

A través de las urnas, los bolivianos optaron por la libertad. Por dejar atrás al socialismo que, durante dos décadas, trajo opresión, violencia y crisis al país. El senador Rodrigo Paz Pereira, del Partido Demócrata Cristiano, obtuvo el 32% de los votos, mientras que el expresidente Jorge “Tuto” Quiroga (vicepresidente de Hugo Banzer), alcanzó el 27%. Ninguno logró la mayoría necesaria para ganar en primera vuelta, por lo que habrá balotaje el 19 de octubre.

Sin embargo, la derrota de la izquierda fue contundente. El candidato del MAS-IPSP, Eduardo del Castillo, apenas logró un 3% de apoyo; mientras que Andrónico Rodríguez, ex discípulo de Evo Morales, obtuvo cerca del 8%. Así, el socialismo boliviano y el MAS cayeron junto a sus máximos líderes. Ahora, que el país lleve a cabo una segunda vuelta justa y competitiva es la tarea más urgente en lo inmediato. Pero para tener éxito y que Bolivia pueda enrumbarse nuevamente en el camino del éxito, el próximo gobierno necesitará lograr y mantener una alta legitimidad, así como el compromiso y capacidad técnica necesarias para afrontar una agenda nacional compleja y emprender profundas reformas políticas e institucionales. Que así sea, por el bien de Bolivia.