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#200AñosDeBrasil
200 años de Brasil: particularidades históricas y polarización actual

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El proceso independentista brasilero, que tuvo lugar entre 1821 y 1824, con la independencia formalizada el 7 de septiembre de 1822, tiene un solo denominador en común importante con el resto de los países. La influencia en los hechos históricos que giran alrededor de los conflictos europeos que tuvieron a Napoleón Bonaparte como epicentro. Aunque esta realidad no sea demasiado tomada en cuenta por las “historias oficiales” de los países que lograron la independencia de España, la virulencia que tuvo lugar en el viejo mundo al principio del Siglo XIX está directamente relacionada con los sucesos americanos.

Con las autoridades portuguesas instaladas en Brasil luego de huir de las tropas francesas, Juan VI decide en diciembre de 1815 proclamar a la colonia con el status de “reino”, ante la poca intención de regresar a Europa, luego de la derrota de Napoleón en Waterloo seis meses antes. El nuevo mundo, y el comercio de su país con el Reino Unido que generó prosperidad en el territorio brasileño, parecía algo más tentador que retornar al continente donde las revoluciones cortaban cabezas. De esta manera, Brasil ya era parte del reino portugués, equiparando legalmente ambos territorios.

Sin embargo, en 1820, estalla en Portugal la denominada Revolución Liberal de Oporto. La misma, limita el poder absoluto de los monarcas, a los que los obliga a retornar a Europa. Se negarse a volver, Juan VI perdería la corona. El rey decide dejar a su hijo, Pedro I, como “Regente de Brasil”. Por esos días, los fenómenos que ocurrían, tanto en Lisboa como en Río de Janeiro terminaron generando la independencia brasilera: desde Europa se decretaba la nulidad del gobierno de Pedro I, limitándolo al rol de “administrador” de la corona portuguesa, pero en Brasil los movimientos políticos y populares iban en la dirección opuesta. Incluso habían emitido una ley que le daba al príncipe la prerrogativa para aprobar o rechazar las normativas que venían de Portugal. Finalmente, con respaldo popular en Brasil, Pedro I declara la Independencia brasilera del reino del que él mismo formaba parte. Así se convirtió en “Emperador Constitucional”, en otra experiencia inusual para América Latina.

El único país portugués parlante, el de mayor extensión territorial en todo el continente, comenzó su período presidencialista en 1889. Como el resto de los países de la región, durante el Siglo XX se alternaron procesos constitucionales con militares de facto. La democracia fue retomada en 1985 mediante la votación indirecta. El voto popular recién llevó en 1990 a Fernando Collor de Mello a la cabeza del Poder Ejecutivo.

Aunque durante los primeros años de la democracia se primó un modelo estatista y dirigista, que duró incluso más que los procesos semejantes en el continente (culminados con la nueva ola del final del comunismo a principios de los noventa), Brasil logró posicionarse como una potencia económica, de la mano de sus importantes recursos y su gran economía interna. La izquierda llegó con Lula da Silva en 2003, en el marco del denominado “Socialismo del Siglo XXI” en América Latina, poco después de la irrupción del chavismo en Venezuela. Por esos años se vivía la Argentina de los Kirchner y el Uruguay del Frente Amplio. Sin embargo, a pesar de muchas políticas de corte populista, Brasil evitó la irresponsabilidad económica de Argentina, en sintonía con la izquierda uruguaya. El proceso terminó con el juicio político a Dilma Rousseff, luego de unos episodios de corrupción. Tras el interinato de su vice, Michel Temer (de orientación más conservadora), llegó a la presidencia Jair Bolsonaro. Con un buen desempeño en el campo económico, la derecha enfrentará el intento de Lula de retornar al poder este año. A pesar de las particularidades de Brasil, la polarización entre los partidarios de Lula y Bolsonaro, hermanan al país como nunca con sus vecinos. Algo similar ocurre en países como Chile o en Argentina, donde el “kirchnerismo” y el “antikirchnerismo” marcan el pulso de la política nacional.

Aunque hay otros candidatos a la presidencia, lo más probable es que el 2 de octubre, el Partido Liberal (del presidente Bolsonaro) y el Partido de los Trabajadores (del expresidente Lula) tengan que dirimir un balotaje, que tendrá lugar el 30 del mismo mes.